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Alergia, el enemigo silencioso que deteriora la calidad de vida


Publicado el 16/01/2018

La alergia puede definirse como una reacción exagerada del cuerpo ante una sustancia que es normalmente inofensiva para la mayoría de las personas; dicha sustancia se denomina alérgeno. Es una especialidad sistémica que, a diferencia de otras especialidades, toma en cuenta diversas partes del organismo, pudiendo impactar en vías respiratorias, ojos, sistema digestivo, piel e incluso vías urinarias.

Los clasificaciones más comunes de los tipos de alergias se presentan en función de los síntomas que producen (alergias respiratorias, en la piel o en los ojos) o bien en función de los alérgenos que la desencadenan (alimentos, polen, polvo, humedad, medicamentos, insectos, animales etc.). En la mayoría de los casos la alergia es una enfermedad crónica y sus síntomas pueden alterar considerablemente la calidad de vida.

En casos menos frecuentes pueden ser mortales, por ejemplo, las alergias a algún medicamento en particular, a picaduras de insecto (abejas, avispas y hormigas coloradas) o alergias a algún tipo de alimento como los crustáceos, capaces de provocar alergia alimentaria severa.

Los síntomas o signos dependen de la zona que esté afectada predominantemente. Los síntomas más frecuentes de las alergias respiratorios son: picazón en la vía respiratoria alta, estornudos continuados, nariz tapada, inflamación de las partes internas de la nariz, sinusitis etc. En la vía respiratoria baja puede haber broncoespasmo.

Se ha comprobado que la causa del 70 % de las personas con asma es una alergia. En el caso de las alergias en la piel pueden aparecer reacciones en zonas típicas, picazón, escamitas o bien la piel se puede poner colorada. En el aparto digestivo los síntomas son más variados: van desde dolor de panza, diarrea, vómitos y dificultades para tragar hasta disminución del crecimiento especialmente en niños.

Gonzalo Chorzepa, Médico especialista en Alergia e Inmunología explica: “El caballito de batalla de las alergias son los corticoides; generalmente los pacientes tratan de evitar los corticoides, ya sea, por temor o desconocimiento. Sin embargo, al igual que el resto de las medicaciones, no son ni buenas ni malas, y si se usan apropiadamente no tiene que dar ningún problema. Hay que tener en cuenta que los corticoides se pueden administrar por distintas vías: por vía sistémica, ya sea pastillas, jarabes o inyectables por vena o cola (intramusculares), o bien por vía tópica, que consiste en usar el corticoide solo en el lugar que se necesita; siempre es más adecuado usar la vía tópica, y en lo posible, respetando el tiempo recomendado por el médico”.

El tratamiento más efectivo para combatir la alergia es atacar la causa misma de la enfermedad. De ahí la importancia de la detección de dicha causa. Entre los tratamientos antialérgicos que se pueden usar por tiempo prolongado (con indicación médica adecuada) debemos destacar el tratamiento de vacunas específicas para la causa que hace que el cuerpo reaccione con menor intensidad cuando se expone a alérgenos que desencadenan la reacción.

“La predisposición de la persona a hacer alergias está, lo que hay que cambiar es la forma o la intensidad con que el cuerpo reacciona a la causa puntual. El tratamiento con vacunas es largo (dura alrededor de tres años) y no produce resultados inmediatos. Sin embargo, una vez que el efecto deseado aparece se mantiene en el tiempo y permanece aún después de suspendido el tratamiento, ya que posee un efecto residual: después de los tres años el paciente no tiene síntomas, aún cuando se exponga a la causa”

Cada tipo de alergia tiene una prevención especial, todo depende de cuál sea la causa. Muchas veces se hace una mala interpretación de dicha causa o los síntomas se menosprecian; la prevención debe estar basada en un diagnostico certero. “Si uno no sabe a que tiene alergia, mal va a poder prevenirla. Un error frecuente es pensar que el paciente debe esperar un determinado tiempo para hacerse los estudios de alergia: se dice que en niños por debajo de cierta edad no se pueden hacer las pruebas. Es totalmente falso; las alergias alimentarias, por citar un ejemplo, pueden aparecen desde el nacimiento mismo o incluso a los pocos meses de edad. Si los síntomas aparecen hay que hacer los estudios correspondientes”, afirma Chorzepa.

La automedicación es un problema frecuente. Los descongestivos en gotas indicados para nariz, medicamento que aumenta mucho la presión arterial y que está contraindicado en pacientes mayores de 50 años o con presión arterial, no deberían usarse por más de tres o cuatro días seguidos, pese a que las personas suelen usarlos por tiempo prolongado.

Los descongestivos por boca, que producen el efecto de “cerrar” la circulación y que son los habitualmente más usados, están contraindicados en personas con hipertensión. Es menester destacar que el consumo de algunos medicamentos de venta libre, antialérgicos o antihistamínicos indicados para alergias respiratorias, puede producir sueño, disminución de la capacidad de concentración o rendimiento en el trabajo/estudio.

“La alergia tiene un enorme componente hereditario. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el ambiente también juega un rol importantísimo. De hecho, en los últimos veinte años, los niveles de alergia han aumentado considerablemente en el mundo: aproximadamente del 20 al 30 % de la población tiene rinitis y el 10% de la población padece asma (entre las alergias más frecuentes). Las causas del aumento se desconocen, se cree que tiene que ver con factores como por ejemplo la contaminación y el aumento de la cantidad de horas que la persona vive en el “interior”, tanto sea su casa como el trabajo.  Esta enfermedad en aumento afecta a toda la población por igual; sus síntomas, más que tener riesgo de vida, producen un deterioro muy importante de la calidad de vida”, concluye el Docente de Clínica Médica de la Universidad Nacional de Rosario (UNR).

 

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